Cbu 105, munición antitanque de alta precisión de la Fuerza Aérea de EE. UU. Para evitar daños colaterales

   

Las municiones llamadas Cbu, esta es la abreviatura convencional, son en realidad grandes contenedores (algunos alcanzan los 600 kilogramos), que, lanzados desde una altura máxima de 20 pies, se abren en el aire. Su carga está formada por minúsculas bombas, del tamaño de pelotas de tenis, que llegan al suelo enganchadas a un paracaídas. Son objetos mortales que descienden hacia los objetivos llevados por el viento y en un 5% de los casos quedan sin explotar, al igual que las minas antipersonal. Para evitar daños colaterales, denunciados por organizaciones no gubernamentales en los teatros de guerra, el ejército estadounidense se ha equipado con Cbu 105, que están equipadas con WMCD (el viento se llevó Corregido Municiones dispersor) software que puede dirigirlos hacia los objetivos que limitan el porcentaje de error en un radio de metros 10 en movimiento.

Dejando de lado el software, las bombas de racimo ciertamente no son nada nuevo en la última hora. Se han utilizado en todos los conflictos recientes, desde Afganistán hasta Kosovo, pero también en Angola, Irak, Mozambique, Chechenia. Según estimaciones de la Cruz Roja Internacional, hirieron o mataron a más de 1991 iraquíes en la primera Guerra del Golfo de 4.000, afectando al menos a 80 soldados estadounidenses.

Las bombas de racimo tienen un poder explosivo variable dependiendo del número de bombas que son capaces de transportar. Los utilizados en Irak, por ejemplo, son de tres tipos: además del mencionado Cbu 105 (peso: media tonelada; capacidad: hasta 40 minidispositivos), se suministran los Cbu 58 (peso: hasta 360 kilogramos; capacidad hasta hasta 650 dispositivos) y el Cbu 87b (peso: hasta 450 kilogramos; capacidad: hasta 200 dispositivos). Los "huevos" caídos pueden extenderse sobre un área tan grande como 80 metros cuadrados.