Parece haber llegado a un punto de inflexión en la investigación por la desaparición de tres italianos en México, de los que no se tiene noticia desde el 31 de enero. Raffaele Russo, su hijo Antonio y su sobrino Vincenzo Cimmino, originario de Nápoles, desaparecieron mientras se encontraban en Tecalitlán, en el estado mexicano de Jalisco, ubicado en la parte occidental del país. Los tres italianos fueron presuntamente vendidos por algunos agentes de la policía mexicana, "a una banda de delincuentes". Así lo informó el Fiscal General Raúl Sánchez, quien como parte de la investigación aún en curso para determinar probables nuevos cómplices, comunica la detención de cuatro agentes, entre ellos una mujer. Según informes de los medios locales, los cuatro supuestamente confesaron el crimen y enfrentan una pena de prisión de 40 a 60 años.
El fiscal general a cargo de la investigación informa que "Los cuatro agentes vendieron a los tres italianos al crimen organizado de Tecalitlán".
A partir de reconstrucciones llevadas a cabo por la policía mexicana, los tres italianos fueron detenidos por agentes agarrado en una gasolinera en Tecalitlan, una pequeña ciudad que cuenta 16.500 habitantes y está situado 600 kilómetros al oeste de la Ciudad de México.
Luego, los agentes los llevarían a la carretera en dirección a Jilsotlan donde los tres italianos serían entregados a la banda criminal.
Todavía no hay rastro de que el jefe de policía de Tecalitlán, Hugo Enrique Martínez Muñiz, sospechoso junto con agentes adicionales, se viera involucrado en un episodio muy grave.
Las autoridades mexicanas, en tanto, continúan la investigación de los tres compatriotas pero no confirman los rumores según los cuales Raffaele Russo, Antonio Russo y Vincenzo Cimmino terminaron en manos del 'Cartel Jalisco Nueva Generación', una de las organizaciones criminales más poderosas de México.
