El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció el pasado sábado el inicio de operaciones del ejército de Ankara y de las milicias sirias aliadas (FSA) en Afrin y, posteriormente, en Manbij, contra las posiciones de las YPG, milicias del partido. Unión Democrática (Pyd), una formación kurda siria que forma parte de la oposición al gobierno de Damasco.
La operación, llamada "Rama de olivo", se produce después de días de tensiones y tiroteos en la frontera turco-siria. En el origen de las tensiones estaría la iniciativa de EE.UU. de formar una fuerza militar en la frontera turco-siria, un contingente que, según Ankara, involucraría a las YPG, lo que constituiría una amenaza para la seguridad de Turquía.
Como es sabido, las autoridades turcas consideran a los grupos Pyd y Ypg, apoyados por los Estados Unidos, como grupos terroristas vinculados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que durante mucho tiempo ha estado involucrado en una lucha separatista con Turquía.
La ofensiva turca en el enclave kurdo-sirio de Afrin provocó una reacción, aunque moderada, de Washington que, a través de la boca de Tillerson, declaró: “nos preocupan los incidentes turcos en el norte de Siria. Reconocemos plenamente el derecho legítimo de Turquía a proteger a sus ciudadanos de elementos terroristas que podrían lanzar ataques contra ciudadanos turcos en territorio turco desde Siria ”, ... instamos a todas las partes a que actúen con moderación y minimicen el impacto sobre los civiles”.