El deber de solidaridad

(por Rosangela Cesareo, Gerente de Relaciones Institucionales de Aidr) Estamos viviendo un momento trágico sin precedentes. Todos nos sentimos en una tormenta sin salida.

Esperamos que la curva de contagio baje para recuperar nuestras vidas.

Pero después, qué después de esperar, ¿cómo será?

Tenemos que prepararnos de inmediato para enfrentarlo y ¿sabes cómo?

Con solidaridad

La solidaridad es el único medio para que cada ciudadano simple tenga que prepararse para una segunda mitad mejor que desafortunadamente.

Como el Papa nos enseñó hace unos días, nos salvaremos juntos porque nadie puede salvarse a sí mismo. La oscuridad que desciende en nuestras ciudades permitirá que el sol brille nuevamente solo si volvemos nuestra mirada hacia el otro.

No permitamos que sigan siendo solo palabras, actuemos y hagámoslo rápidamente. Ayudamos a los necesitados, cada uno cómo puede y cómo hacerlo mejor, en pequeño, grande, en silencio, gritando, pero hagámoslo.

Intentemos, pensemos, que la perspectiva del futuro es el antidepresivo más efectivo, quizás el único en este momento, esto significa que si hacemos el bien a los demás, incluso antes de hacerlo a nosotros mismos, a nuestra dignidad, a nuestra autoestima y, sobre todo, a capacidad que tenemos para ayudar a resolver un gran problema.

El país está a punto de experimentar una crisis económica gigante después de la crisis de salud. Será difícil comenzar de nuevo y solo la solidaridad, la ayuda concreta de uno hacia el otro, hacia la comunidad puede salvarnos a nosotros y al futuro de nuestros hijos.

No es demagogia, es la realidad tangible del período histórico que estamos viviendo. Cada uno hace lo suyo, lo mejor que puede.

Pongámoslo en nuestra lista de deberes, nuestra honestidad intelectual nos estará agradecida de por vida.

Pero el resto de ustedes piensan quién nos gobierna, porque además del compromiso personal y la solidaridad, el ciudadano individual no puede hacer más.

El deber de solidaridad