La diplomacia fracasó en Libia, ahora "botas sobre el terreno"

(por Andrea Pinto) Saif al-IslamEl hijo de Gaddafi, inicialmente expulsado de la competencia electoral, fue luego readmitido en la lista de candidatos en las elecciones previstas para mañana y pospuesto, según palabras de la enviada especial de la ONU, Stephanie Williams, hasta finales de enero próximo.

La Comisión Electoral lo había excluido pero posteriormente el Poder Judicial, con sentencia firme, lo reinsertó en el concurso porque no hay Tribunal Constitucional en Libia.

Encontramos al actual primer ministro provisional opuesto a Saif  Dbeiba y el general Kalifa Haftar que temen el regreso de la dinastía que logró mantener unida a Libia, asegurando casi medio siglo de estabilidad interna. Una familia, entre otras cosas, muy querida por la gente.

Más allá de la incómoda presencia de Saif al Islam, sin embargo, las fases preparatorias de las elecciones ya habían mostrado fallas irremediables, todavía no existía una lista oficial de candidatos, y mucho menos las papeletas de votación. 

El quid aparentemente es el hijo de Gaddafi pero hay otros factores que entorpecen el proceso democrático deseado para el país por la ONU y los países europeos, Italia a la cabeza. Todavía hay divisiones territoriales insuperables entre Tripolitania y Cyrenaica, sin mencionar las eternas rivalidades dentro de cada campamento tribal.

Para beneficiarse de este desorden están las milicias aún presentes en el campo de Turquía y Rusia que a pesar de los llamados a retirarse de la comunidad internacional siguen allí, dispuestas a apoyar y no solo con armas a las diversas facciones que hoy dividen Libia.  

Lo cierto es que en Ankara y Moscú la situación es muy conveniente, por lo que son capaces de continuar en sus oficios, adquiriendo día a día más y más crédito e influencia entre las diversas tribus dispersas en el variado paisaje del territorio libio, los espina dorsal real de la estabilidad del país atormentado.

La ONU, Europa y Estados Unidos han fracasado descaradamente en su trabajo diplomático si no logran llevar al pueblo libio a elecciones democráticas pacíficas. Si esto no ocurre rápidamente, la única forma será poner "las botas en el suelo" bajo el paraguas de una resolución de la ONU "convencida". En el transcurso de 2022, por tanto, podría abrirse un nuevo frente en Libia y considerando el Tratado de Quirinale no se excluye que Italia y Francia, dados sus intereses comunes (control de migraciones y extracción de hidrocarburos con Eni y Total), puedan ser los impulsores. de una misión militar bilateral o dirigida por la UE como se está llevando a cabo en el Sahel, con la aprobación tácita de los EE. UU.

La diplomacia fracasó en Libia, ahora "botas sobre el terreno"