Italia: récord de migrantes en 2022

Los enfrentamientos en Trípoli en los últimos días han involucrado a milicias cercanas al gobierno de Abdul Hamid Ddeibah, reconocido por la ONU, y sus allegados fathi bashaga, primer ministro reconocido por parlamento estacionado en Tobruck, particularmente cerca de Rusia. Los primeros se impusieron, con Ddeibah también haciéndose un selfie en las zonas de choque como muestra de fortaleza. El futuro del país es cada vez más incierto también porque las aperturas para el diálogo se desvanecen cada vez más. Una situación que no beneficia a Italia en lo que a petróleo y petróleo se refiere control de los flujos migratoriosi.

Copasir, al respecto, ha dado la voz de alarma sobre una precisa estrategia rusa: "El compromiso de Rusia en Libia sigue siendo muy intenso - de hecho, leemos en un pasaje del informe - en virtud de la presencia de las milicias del grupo Wagner en el Cirenaica controlado por el general Haftar”.

Le Monde escribía ayer sobre el polvorín del Mare Nostrum: las migraciones en el Mediterráneo están devolviendo a Italia al estatus de principal país “de primera línea”, un estatus que España, bajo la presión de Marruecos, le había robado en 2020.

De enero a la primera semana de agosto, 44.000 migrantes y refugiados procedente de la orilla sur del
Mediterráneo han desembarcado en la península, principalmente en la isla de Lampedusa que ahora se derrumba.

La curva de estas llegadas muestra un aumento del 40% respecto al período correspondiente de 2021, según datos recopilados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Italia absorbe así casi el 56% del flujo total de migrantes que cruzan el Mediterráneo para
llegar a Europa. En 2019, el porcentaje fue solo del 9,2%. El declive que siguió a la crisis migratoria de 2015 ya ha quedado atrás para los italianos. El número de llegadas cayó de 181.436 2016 en 11.500 a un mínimo de 2019 2020 en 36.435, antes de volver a aumentar en 2021 (68.309 XNUMX) y en XNUMX (XNUMX XNUMX).

La principal causa de esta reanudación de los cruces hay que buscarla en la situación en Libia. Roma había conseguido frenar el flujo de migrantes gracias a acuerdos con las milicias de Tripolitania (oeste de Libia), que es la plataforma preferida para embarcar hacia Italia.

Los europeos, a través de la misión militar Irini, también habían liberado fondos y entregado equipamiento a la guardia costera libia para permitirle interceptar estas salidas, a costa de graves violaciones de derechos humanos.

La actual inestabilidad en Libia ha derrumbado el ya frágil castillo construido hasta ahora. Así lo demuestra la reanudación de las llegadas a Italia desde Tripolitania, que pasó de 13.139 en 2020 a 30.520 en 2021, es decir, se duplicó con creces.

La tendencia sigue acelerándose en los primeros seis meses de 2022, con la previsión de desembarcos mensuales de 3.442 personas en las costas italianas desde Libia, frente a las 2.543 de 2021.

Nueva ruta marítima

Este repunte migratorio se ve impulsado por nuevos canales de migración, como los que traen refugiados de Bangladesh. Estos últimos son ahora la primera nacionalidad en desembarcar en Italia (17% del total en los primeros siete meses de 2022), al igual que los egipcios, desbancando a los tunecinos (14%), que habían representado el primer grupo nacional en 2019 (24%). ), 2020 (38%) y 2021 (24%).

Aunque la red de Bangladesh no es precisamente nueva, ha ganado visibilidad debido al debilitamiento de otros canales por las medidas restrictivas adoptadas por los europeos. Por ejemplo, la presión ejercida sobre Níger para reforzar la vigilancia de su frontera sahariana con Libia, que en el pasado fue atravesada en gran número por subsaharianos que se embarcaban en la aventurada travesía del Mediterráneo.

El "dique" parece haber aguantado, a juzgar por la desaparición casi total del canal de Nigeria, que en 2016 supuso la primera nacionalidad en desembarcar en Italia vía Libia (21% del total). Sin embargo, esto no ha disuadido a los ciudadanos de Bangladesh, ni siquiera a los egipcios, que deciden utilizar las rutas terrestres del este en lugar de las del sur para llegar a Libia.

A este impulso hacia Libia se suma la apertura de una nueva ruta marítima con origen en Turquía: 6.563 migrantes y refugiados la utilizaron desde el 1 de enero hasta el 31 de agosto, más del doble respecto al mismo periodo de 2021.

Los afganos los utilizan en gran número, tanto que se convierten en el cuarto grupo nacional en llegadas a Italia (12% del total). El país se convierte así en el nuevo objetivo de los circuitos migratorios que intentan sortear las dificultades de acceso a Grecia.

Aunque el número de llegadas a las islas griegas va en aumento (3.000 en los primeros seis meses de 2022, o +129 % en comparación con el mismo período de 2021), todavía está lejos del pico de la crisis migratoria: 8.567.323 en 2015 o incluso 1.734.447 en 2016.

Los desembarcos en Grecia representan hoy menos del 15% de las llegadas por mar a Europa, frente al 84% de 2015. El principal motivo: el acuerdo de 2016 entre Bruselas y Ankara sobre el control de las salidas desde las costas turcas, combinado con los “pushbacks” Ofensiva en el mar por parte de la guardia costera griega, que empuja a los inmigrantes a Turquía en violación de la Convención de Ginebra sobre Refugiados.

La irrupción de Italia como principal "primera línea" migratoria europea en el Mediterráneo tiene otra causa: la relajación de las tensiones en torno a España.

Estos habían llegado a un punto crítico en mayo de 2021, con el incidente de la entrada masiva de inmigrantes en el enclave español de Ceuta.

Intervenciones entre Madrid y Rabat

Fue el periodo en el que Marruecos "levantó el pie" en el control fronterizo con España para castigar a esta última por su supuesta política hostil en la cuestión del Sáhara Occidental. Fruto de esta presión ejercida por Rabat a través de los inmigrantes, España se había convertido en la principal zona de desgaste migratorio de la Europa mediterránea, absorbiendo el 42% del flujo de llegadas en el Viejo Continente, por delante de Italia (34,3%).

Sin embargo, la normalización de las relaciones entre Madrid y Rabat, que se produjo el 18 de marzo tras el reconocimiento por parte del jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, del plan de "autonomía" de Marruecos para el Sáhara Occidental -para disgusto de Argelia- ha trastornado la situación. El reino de Cherifa ha vuelto a convertirse en el vigilante guardián de sus fronteras, hasta el punto de haber reprimido con fuerza, en junio, el intento de entrada forzosa de 1.500 inmigrantes y refugiados subsaharianos en el enclave de Melilla, provocando al menos XNUMX muertos.

Desde la reconciliación del 18 de marzo, las curvas de llegadas a España han disminuido, con una coincidencia inquietante. El promedio mensual cayó a 2.047 desde 3.599 para todo 2021, una disminución del 43%. Esta repentina inflexión estadística a partir del 18 de marzo está claramente ligada a la mejora diplomática entre Madrid y Rabat.

Los temores de que Argelia se vengue "levantando el pie" por la salida de sus harraga (migrantes irregulares) hacia las costas españolas no se han confirmado, escribe El País en la edición del 10 de agosto. La tendencia general es incluso de descenso de las llegadas desde Argelia, con la notable excepción de Baleares, donde los desembarques están aumentando.

La geopolítica de las migraciones en el Mediterráneo, donde los ciclos diplomáticos entre capitales se combinan con la resiliencia de redes que sortean obstáculos, es muy fluida. La reaparición de una fuerte migración hacia Italia es prueba de ello.

Italia: récord de migrantes en 2022

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