Australia pretende fabricar armas estadounidenses a gran escala para socios europeos

Editorial

A falta de municiones y nuevas armas para hacer frente a guerras persistentes que recuerdan a las de la Gran Guerra, Estados Unidos busca refugio mirando a Australia. El NYT revela los planes del ejército estadounidense. Australia se está preparando para producir una cantidad considerable de proyectiles de artillería y miles de misiles guiados, en estrecha colaboración con empresas estadounidenses. Estas armas, que cumplen con las especificaciones del Pentágono, no serán diferentes de las fabricadas en Estados Unidos: la mayoría se utilizará para reponer las reservas estadounidenses o se venderá a Socio de los estados unidos.

El proyecto es visto como un paso ambicioso por parte de Australia para convertirse en una especie de 51º estado estadounidense fabricante de defensa, con la construcción de infraestructuras especiales como las dedicadas al montaje de misiles, conocidos como GMLRS o "gimmlers".

El general australiano responsable de armamento, Andrew Langford, entrevistado por el NYT, subrayó que esta iniciativa no se refiere simplemente a la compra de armamento, sino que representa una inversión estratégica. Esta decisión de Australia de trabajar por la producción conjunta de armas y municiones refleja una necesidad de los ejércitos occidentales que se han dado cuenta de una incapacidad endémica para satisfacer las necesidades de armamento, necesarias para afrontar conflictos prolongados sin afectar a sus propios stocks estratégicos.

En este contexto, países como Polonia, Japón e India están endureciendo asociación para la producción de armamento junto con los Estados Unidos. Sin embargo, Australia, un antiguo aliado de Estados Unidos, está avanzando con mayor velocidad y determinación, trabajando en estrecha colaboración con el Departamento de Defensa y empresas como Lockheed Martin. El Subsecretario de Defensa para Adquisiciones y Sostenimiento, Bill LaPlante, expresó su satisfacción por la concreción de la colaboración con Australia.

A medida que China avanza militarmente, con interminables líneas de producción de buques de guerra y misiles, el compromiso de Australia con la producción conjunta es altamente disuasorio para disuadir a China u otros adversarios. Este paso también podría beneficiar a la industria en la exportación de armas, con el sello final de aprobación de Estados Unidos. Según se informa, el ejército australiano está trabajando para obtener flexibilizaciones de las limitaciones impuestas por las leyes relativas a la exportación de equipo militar.

Algunos funcionarios australianos temen que su costosa apuesta por la cooperación estadounidense (acelerada en 2021 con planes para submarinos de propulsión nuclear) pueda verse amenazada por una probable futura presidencia aislacionista de Trump. Aún ante esta posibilidad, se tomó la decisión de seguir adelante.

Thales, un gigante multinacional de la defensa, ya opera en Australia un enorme sitio de 2.500 acres, que también supervisa la producción de municiones en otro sitio cerca de Benalla. Ambos sitios están ubicados en terrenos gubernamentales con grandes áreas agrícolas que fácilmente podrían permitir la expansión industrial durante el proceso de producción conjunta.

Por ahora, Estados Unidos y Australia están ultimando la producción de proyectiles de artillería no guiados de 155 milímetros. En los próximos meses, Lockheed Martin comenzará a ensamblar el Sistema de lanzamiento múltiple de cohetes guiados (GMLRS) con componentes estadounidenses. Australia espera producir alrededor de 3.000 GMLRS por año.

Los GMLRS se lanzan desde tubos en camiones llamados HIMARS y pueden alcanzar objetivos a 50 millas de distancia con 200 libras de explosivos, utilizando GPS para atacar con precisión. El año pasado, Estados Unidos suministró a Ucrania al menos 20 sistemas HIMARS, junto con GMLRS, lo que cambió rápidamente el rumbo del conflicto. Taiwán ha encargado al menos 29 lanzadores HIMARS, ampliando el mercado potencial para Australia. Aunque Israel produce sus propios sistemas de cohetes, funcionarios estadounidenses y australianos han discutido la posibilidad de posibles ventas a Tel Aviv y también a sus aliados europeos.

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