Carta de la Ministra Valditara a los estudiantes por el Día de la Libertad

“El derrumbe del Muro nos devolvió una Europa libre y democrática, no lo olvidemos”

"Queridas niñas y queridos niños,

en la tarde del 9 de noviembre de 1989, decenas de miles de habitantes de Berlín Este cruzan los cruces del Muro y se vierten en la parte occidental de la ciudad: es el evento simbólico del colapso del bloque soviético, el fin de la Guerra Fría y la reunificación de Alemania y Europa. La caída del Muro, si bien no marca el fin del comunismo -al que hoy sigue refiriéndose la República Popular China, entre otros países-, demuestra sin embargo su dramática quiebra y determina su expulsión del Viejo Continente.

El comunismo fue uno de los grandes protagonistas del siglo XX, en diferentes épocas y lugares también ha asumido formas profundamente diferentes, y minimizar o banalizar su inmenso impacto histórico sería un grave error intelectual. Nació como una gran utopía: el sueño de una revolución radical que desarraiga a la humanidad de sus límites históricos y la proyecte hacia un futuro de absoluta y perfecta igualdad, libertad, felicidad. En definitiva, que lo proyecte hacia el cielo en la tierra. Pero donde prevalece inevitablemente se convierte en una pesadilla igualmente grande: su realización concreta en todas partes implica la aniquilación de las libertades individuales, las persecuciones, la pobreza, la muerte. En efecto, para que la utopía se realice es necesario que el poder absoluto se ejerza sin piedad y que todo -la humanidad, la justicia, la libertad, la verdad- esté subordinado al objetivo revolucionario. Es así como toman forma despiadados regímenes tiránicos, capaces de alcanzar cotas de violencia y brutalidad entre las más altas que la humanidad haya logrado tocar. El camino al cielo en la tierra está pavimentado con millones de cadáveres. Y la intuición que tuvo Blaise Pascal dos siglos y medio antes de la revolución rusa resulta dramáticamente cierta: “El hombre no es ni ángel ni bestia, y es una desgracia que quien quiera ser ángel se haga bestia”.

Los historiadores han estudiado mucho el comunismo y lo seguirán estudiando, tratando de transmitir cada vez con mayor precisión toda la extraordinaria complejidad de sus acontecimientos. Pero desde un punto de vista civil y cultural, el 9 de noviembre seguirá siendo una celebración de primera importancia para Europa: el momento en que termina un trágico malentendido en nombre del cual, durante décadas, el continente ha sido dividido y su mitad oriental sofocada por el despotismo Esta conciencia es aún más relevante hoy, ante el resurgimiento de la nostalgia agresiva por el imperio soviético y las nuevas amenazas a la paz en Europa.

La caída del Muro de Berlín marca el fracaso definitivo de la utopía revolucionaria. Y solo puede ser, entonces, una celebración de nuestra democracia liberal. Un orden político y social imperfecto, lleno de contradicciones, que necesita ser reinventado y reconstruido cada día. Y sin embargo, el único orden político y social que puede dar garantías razonables de que la humanidad, la justicia, la libertad, la verdad nunca se subordinen a ningún otro fin, sea este noble o innoble.

Por todo ello, el Parlamento italiano instituyó el “Día de la Libertad” el 9 de noviembre. Sobre todo esto los invito a reflexionar y discutir”.

Esto es lo que leemos en una carta dirigida a las escuelas italianas por el Ministro de Educación y Merit Giuseppe Valditara con motivo del Día de la Libertad, establecido para celebrar el aniversario de la demolición del Muro de Berlín.

Carta de la Ministra Valditara a los estudiantes por el Día de la Libertad