La innovación como palanca del desarrollo sostenible

(a cargo de Sandro Zilli, Gerente de Innovación y Responsable del Observatorio de Innovación y Crecimiento Digital AIDR) Estamos viviendo un momento histórico sin precedentes, caracterizado por la rapidez y la imprevisibilidad con la que ocurren los cambios. Por otro lado, también es un momento útil para aprovechar la oportunidad de hacer realidad lo expresado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de las Naciones Unidas, a saber: "construir una infraestructura resiliente y promover la innovación y la industrialización justa, responsable y sostenible".

Ante el escenario sumamente complejo, se necesita una buena dosis de creatividad para pensar fuera de la caja, y reflexiones ambiciosas para favorecer el cambio de paradigmas que nos han acompañado en los últimos años, con el objetivo de crear nuevas bases y reglas para las inversiones que deberá abordarse en términos de infraestructura en diversas áreas como: transporte, riego, energía, tecnologías de la información y la comunicación.

La innovación es uno de los factores determinantes para lograr un desarrollo sostenible que no puede ignorar el principio ético de la "corresponsabilidad" o una premisa fundamental que conduce a una visión "ecológica integral" basada en la "centralidad de la persona". Estos principios son las palancas con las que apoyar y fortalecer la capacidad de los países para aumentar la productividad y los ingresos, así como para promover mejores resultados en servicios esenciales como la salud y la educación.

Es evidente que los esfuerzos por alcanzar objetivos vinculados al medio ambiente, como el aumento de recursos y la eficiencia energética, están indisolublemente ligados al progreso tecnológico. Sin tecnología e innovación, no habrá oportunidad de crecimiento y menos aún de industrialización y, sin industrialización, no habrá desarrollo económico y bienestar de las personas.

Promover el desarrollo industrial inclusivo y sostenible es un paso fundamental para apoyar la primera fuente de generación de ingresos para las personas, para favorecer un rápido aumento del estándar y calidad de vida, pero también para incentivar el desarrollo de soluciones tecnológicas para la industrialización respetuosa con el medio ambiente. . Aunque existe la voluntad de perseguir los objetivos descritos anteriormente, a menudo falta una estrategia adecuada y una visión general que conduzca al resultado deseado. Para apoyar este proceso virtuoso, no hay receta a seguir, pero es necesario ser reactivos e intervenir en algunos aspectos estructurales que pueden ayudar a reconfigurar los distintos sectores industriales. En Italia, por ejemplo, donde el sistema productivo se caracteriza por la alta presencia de pequeñas empresas a menudo penalizadas por la escasez de recursos financieros, es necesario colmar el vacío en el retraso en la difusión de nuevas tecnologías exponenciales. En tales condiciones, no es sorprendente que exista un fuerte límite para el crecimiento porque el desarrollo está limitado por una menor productividad que en otros países que pueden depender de conocimientos y tecnologías de vanguardia. Además, en Italia no solo hay una baja producción de bienes y servicios digitales, sino también un uso modesto de estos por parte de empresas y particulares. Hay una cifra sobre todo que pone de relieve la angustia de nuestro país y es el nivel de digitalización de Italia dentro de la Unión Europea que nos sitúa en el puesto 25 entre los Estados miembros.

Está claro que, para acelerar el desarrollo sostenible y un crecimiento sólido y responsable, todos los esfuerzos del país deben concentrarse en la mejora de las infraestructuras tangibles e intangibles, en la innovación y específicamente en la transformación digital.

Por tanto, es fundamental poner en práctica un nuevo modelo de economía; el actual, el llamado modelo lineal, se caracteriza por una producción imprudente que no tiene en cuenta la limitación de materias primas, su uso no compartido y la disposición salvaje de residuos, y ahora está destinado a volverse cada vez más ineficiente y costoso para medio ambiente, para los ciudadanos-consumidores y para las propias empresas.

Además de las infraestructuras, es necesario fomentar una nueva cultura que tenga en el centro la investigación científica, tanto pública como privada, pero que favorezca sobre todo las innovaciones orientadas a la diversificación industrial y la puesta en valor de los productos existentes. Innovar requiere un esfuerzo enorme para imaginar, introducir, experimentar y tiene como objetivo descubrir nuevos horizontes y nuevas oportunidades. Decidir innovar es una elección estratégica que solo puede prosperar si está bien estructurada dentro de las organizaciones. La innovación implica la implementación de métodos sistémicos y repetitivos que, gracias a herramientas, roles y procesos dedicados, pueden conducir a la creación de ideas, tecnologías y proyectos que constituyen valor no solo para las empresas sino también para el territorio en el que van a operar.

Innovar hoy significa adoptar nuevas mentalidades, fomentar la cultura, repensar la organización y operar en otras áreas cambiando la forma de producir, diseñar, vender y comercializar.

La cultura de la innovación, para traducirse en resultados concretos, requiere una implicación integral que transforme la estructura interna de las organizaciones y tenga en cuenta, como palanca fundamental, el enfoque multiactor. Es necesario fomentar el espíritu creativo y emprendedor de las personas, crear nuevas habilidades, invertir en talentos para favorecer la generación de nuevas soluciones.

Estas son las palabras clave en torno a las cuales repensar el cambio y restaurar el orden de las cosas para crear un nuevo paradigma de sostenibilidad, capaz de transformar el escenario actual, caracterizado por la escasez y situaciones críticas, en uno más moderno en el que podamos generar nuevos oportunidades. La innovación ofrece a las empresas la oportunidad de ser más competitivas y de obtener considerables ventajas económicas, luego les permite realizar importantes ahorros en términos de energía con los consiguientes beneficios para el medio ambiente, genera empleo a nivel local y ofrece oportunidades de integración social. Solo a través de la innovación y las inversiones específicas es posible apoyar el proceso de industrialización y responder a los grandes desafíos en términos de empleo, crecimiento y mejora de la calidad de vida de las personas.

La innovación como palanca del desarrollo sostenible