CFA, Macron, tiene la solución sorpresa en su bolsillo: poner la moneda africana en el BCE

(por Massimiliano D'Elia) Donato Masciandaro en Il Sole24Ore realiza vuelos pindarios reales entre el CFA (Franco Africano) y el Euro, tratando de dejar claro que la necesidad de crear una moneda en las antiguas colonias francesas y anclarla a una moneda estable, el euro, con garantía del Tesoro francés, era una necesidad para la estabilidad en los países, los de las antiguas colonias transalpinas, con un riesgo muy alto de inflamabilidad. Hoy, por tanto, dado que es necesario anclar una moneda débil a otra más fuerte y estable, ¿por qué no poner el BCE y no el Tesoro francés como garantía para el CFA? Esta fue la petición que hizo en varias ocasiones la propia canciller Angela Merkel al presidente Macron, que siempre ha evitado ahondar en el tema con evidente "indiferencia".

Como argumenta Masciandro, el franco africano y el euro han cumplido bien su función principal de garantizar la estabilidad, manteniendo a los gobiernos nacionales alejados de la política monetaria. La política monetaria es una herramienta de política económica extraordinariamente eficaz para ocultar el análisis real de los costos y beneficios de cualquier intervención pública. Al ser una deuda que se puede producir de inmediato sin costo, con costos que en cambio emergerán más tarde y afectarán de manera desigual a los ciudadanos, el dinero es una herramienta perfecta para quienes pueden tener un objetivo electoral o ideológico.

De la misma manera funcionó el euro, que en 19 países europeos eliminó la protección de la estabilidad monetaria de la incertidumbre e inestabilidad de la gestión por parte de los gobiernos nacionales, asignando el mandato correspondiente a un banco central independiente, el BCE.  

Paralelamente, la experiencia del CFA es la de 15 países africanos que comparten un régimen monetario con tres propiedades comunes principales:

  • vincularon el cambio de su propia moneda al euro;
  • La credibilidad de este enlace está garantizada por el Ministerio de Hacienda francés.
  • las políticas fiscales pueden tener que cumplir con criterios que sean compatibles con el mantenimiento de la credibilidad del tipo de cambio.

Esta acción económica defendió a los estratos más débiles de la población de los riesgos de burbujas inflacionarias o financieras, aumento del comercio y, por lo tanto, del crecimiento económico.  Los costos percibidos también han sido especulares: las clases políticas ineficientes u oportunistas que no logran dibujar las políticas económicas apropiadas para enfrentar el ciclo económico terminan lamentando la llamada pérdida de soberanía monetaria.

Finalmente, los dos regímenes monetarios están entrelazados, argumenta Masciandaro. El CFA es un ejemplo de "eurización" híbrida: la moneda es creíble porque está vinculada a una moneda estable.  Hoy el garante es el Ministerio de Economía francés y, en términos económicos, existe un costo esperado, correspondiente al riesgo de tener que garantizar todos los pasivos monetarios potencialmente convertibles.

El beneficio transalpino deseado debería ser aumentar el comercio con Francia. Las estimaciones disponibles hasta ahora nos dicen que tanto los costos como los beneficios esperados no son relevantes, en comparación con el tamaño de la economía francesa.

¿Por qué no pensar en una "eurización" completa del CFA? El garante de la convertibilidad debería convertirse, por lo tanto, en el BCE: sería un maravilloso paso adelante que daría el impulso perdido al sentimiento europeísta de los países de la UE que, día tras día, se está dispersando en "peleas" electorales inapropiadas.

Si Francia realmente quisiera demostrar su "buena fe", tendría que pasar el balón al BCE. El tiempo se acaba y esta maniobra daría un golpe increíble a las acusaciones, muchas veces fuera de lugar, de algunos miembros del M5S.

Lo cierto es que surgiría otro pequeño problema internacional: ¿por qué no poner el CFA debajo del dólar, el rublo o el yuan?

CFA, Macron, tiene la solución sorpresa en su bolsillo: poner la moneda africana en el BCE

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