Habla el ex magistrado Nordio, "sobre el Diciotti el PM de Agrigento podría enviar la policía judicial". "El primer ministro que se subió a bordo entre los blancos televisivos, exhibicionismo imprudente"

(Para Carlo Nordio) Puede parecer paradójico que los carabineros controlen un barco militar italiano para evitar desembarcos indeseables. En realidad es solo una aparente paradoja, porque las razones de higiene, o de orden público, también se aplican a las fuerzas armadas. Apenas es necesario recordar que las decisiones, según los distintos momentos y las diversas alarmas, pertenecen a los ministros competentes y en particular al de Interior.

Sin embargo, si pasamos de las paradojas aparentes a las reales, solo queda la vergüenza de la elección. Podemos, en aras de la brevedad, enumerar los principales. En primer lugar, las relaciones con el poder judicial. El Fiscal de Agrigento, equipado con máscara protectora y chanclos, abordó el "Diciotti" entre los objetivos de las televisiones.

Para nosotros, magistrados anticuados, el gesto recuerda al de un fiscal de Milán que hace cuarenta años, durante un operativo antirrobo, exhibió una pistola en la cintura, provocando el pánico entre los insiders dado que por ingresar el poder judicial no requiere el examen de tiro y, a menudo, entre los inexpertos, el arma dispara sola. Ahora bien, la iniciativa del Fiscal de Agrigento es ciertamente encomiable, sin embargo nos permitimos recordarle, nuevamente en virtud de nuestra antigüedad, que los límites entre la diligencia diligente y el exhibicionismo imprudente son sutiles e inciertos.

También porque el magistrado no se limitó a este operativo que, según el código, bien podría haber delegado en la policía judicial, sino que también planteó la hipótesis de una investigación por arresto ilegal e incluso por secuestro. Una tesis audaz para ambos delitos: el primero, de hecho, se dispara cuando hay un arresto, y aquí parece que nadie ha sido arrestado; el segundo ocurre cuando la privación de la libertad personal es ilegítima, de lo contrario los jueces que privan de libertad a los imputados al enviarlos a la cárcel también terminarían siendo investigados. Y en este caso es muy difícil definir una decisión puramente política como ilegítima, a criterio del ministro.

Sin perjuicio de que, por este mismo motivo, si hubiera un delito, las investigaciones serían competencia del tribunal competente de conformidad con el artículo 96 de la Constitución. Por último, puede suscitar preocupación que, ante las graves y reiteradas violaciones de las leyes vigentes en materia de inmigración, en lugar de identificar y enjuiciar a los contrabandistas y traficantes, se hipotetiza la acusación de un ministro por una actitud, que puede ser criticada tanto como se quiera, pero que es parte de un acuerdo aprobado por el parlamento soberano.

Una vez más, nos encontramos ante el cartero mordiendo al perro. Luego se produjo la intervención del presidente de la Cámara. Una intervención puramente política, que se superpone indebidamente a las prerrogativas del ministro, quien asume la responsabilidad política de la misma. Fico se justificó invocando la libertad de expresión y los principios humanitarios. Sara.

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