Qué futuro para la educación y la investigación: de la transformación digital al PNRR

(por Giovanni Di Gennaro, miembro de AIDR, formador, consejero, gestión de recursos humanos, miembro del Dites Research Center de Link Campus University y colaborador de Roma Tre University)

La transformación digital en marcha requiere que las organizaciones, tanto públicas como privadas, experimenten una profunda reestructuración de sus paradigmas. La velocidad a la que viaja la innovación tecnológica no deja más remedio que definir estrategias encaminadas a innovar al mismo tiempo, también y sobre todo, modelos organizativos. Por otro lado, el padre de la "tormenta de destrucción creativa" Joseph Schumpeter, retomando la teoría marxista de la aniquilación creativa, era muy consciente de la importancia de crear nuevas formas organizativas necesarias para la innovación.

La transformación digital no es una elección, es una necesidad. Numerosos estudios muestran cómo las empresas que se involucran en el proceso de innovación digital logran tener una ventaja competitiva, a veces esencial para su supervivencia, sobre sus competidores. A veces, sin embargo, no basta con innovar, por ejemplo mediante el uso de las TIC, ya que pueden afectar negativamente a la productividad, si no se apoyan en una adecuada innovación de la organización y / o infraestructura. Hemos tenido una demostración con la pandemia de Covid-19 que ha obligado a muchas organizaciones a dar el tan temido paso de utilizar masivamente tecnologías digitales para sus actividades. La ocasión destacó todas las deficiencias de un sistema aún inmaduro, caracterizado por importantes deficiencias organizativas, pero al mismo tiempo, representó una oportunidad extraordinaria para acelerar un proceso de digitalización ahora inevitable.

La experiencia adquirida en los últimos meses ha revelado cómo no basta con integrar tecnologías en las organizaciones, ya que, como se dijo anteriormente, también es necesario innovar la organización, partiendo de una profunda reestructuración cultural que permita superar las resistencias. cambiar, solo piense en los muchos profesores que se niegan a utilizar tecnologías en su trabajo. Entonces, en pocas palabras, la transformación digital no se trata solo de tecnologías, ya que comienza con las personas y luego involucra procesos y finalmente tecnologías.

El pasado mes de marzo, la Comisión Europea, consciente de la necesidad de dar un impulso importante a la digitalización en los países miembros, caracterizados por una marcada heterogeneidad, presentó la visión, objetivos y formas de impulsar la transformación digital de Europa para 2030, de modo que ciudadanos y empresas pueda adquirir la autonomía y la responsabilidad para afirmar un futuro digital antropocéntrico, sostenible y próspero. En este sentido, la Comisión, para definir las ambiciones digitales que deben alcanzarse en la década previa a 2030, ha propuesto una "brújula digital", que sitúa los objetivos de:

  • dotar al 2030% de los ciudadanos europeos de competencias digitales básicas para 80 y emplear al menos a 20 millones de profesionales altamente cualificados en el sector de las TIC, con un aumento significativo de la presencia de mujeres;
  • crear infraestructuras digitales sostenibles, seguras y eficaces;
  • fomentar la transformación digital de las empresas;
  • lograr la digitalización de los servicios públicos.

Además, para garantizar el derecho a la ciudadanía digital, la Comisión Europea propone la definición de un marco de principios digitales, capaz de afirmar los valores de la UE en el espacio digital, que complementaría el Pilar Europeo de Derechos Sociales. En el primer punto de este último encontramos: educación, formación y aprendizaje permanente, según el cual “Toda persona tiene derecho a una educación, formación y aprendizaje permanente de calidad e inclusiva, con el fin de mantener y adquirir competencias que le permitan participar plenamente en sociedad y gestionar con éxito las transiciones en el mercado laboral ". Este aspecto se correlaciona con el objetivo, identificado por la Comisión Europea el 30 de septiembre de 2020, de crear "un espacio educativo europeo" para 2025, ya que la educación y la cultura son potencialmente los motores fundamentales para la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo, y se consideran imprescindibles. garantizar el progreso económico y social en Europa, así como fortalecer la identidad europea respetando plenamente la diversidad y la inclusión. Las medidas presentadas por la UE para la creación del Espacio Europeo de Educación incluyen el desarrollo y la adquisición de competencias clave para el aprendizaje permanente, las habilidades digitales, los valores comunes y la educación inclusiva. Una de las iniciativas adoptadas por la UE es el “programa Erasmus +” que en el período 2014-2020 pudo beneficiarse de un presupuesto de 14,7 2021 millones de euros, mientras que para el período 2027-26,2 el presupuesto estimado es de XNUMX XNUMX millones de euros.

La pandemia de Covid-19, además de provocar una crisis sanitaria mundial que ha cobrado más de 3,4 millones de víctimas en todo el mundo (hasta el 20 de mayo de 2021), ha provocado una profunda crisis económica que ha puesto de manifiesto la necesidad de Europa y no solo eso, adoptar una serie de importantes medidas económicas y estructurales, como la implementación del programa NextGenerationEU (NGEU). La financiación (750 90 millones de euros), sin precedentes en la historia de la Unión, prevista por el programa, se ha asignado (alrededor del 2020%) al Mecanismo de recuperación y resiliencia (RFF). Los países de la UE, para acceder a los fondos, que se suman a las disposiciones del "Apoyo a la Mitigación del Riesgo de Desempleo en Emergencia (SURE)" de septiembre de XNUMX, deben presentar un Plan Nacional (PNRR).

El Plan elaborado por Italia, aprobado por el parlamento en abril, debía tener en cuenta seis pilares: transición verde; transformación digital; crecimiento inteligente, sostenible e integrador; cohesión social y territorial; salud y resiliencia económica, social e institucional; políticas para las nuevas generaciones, niños y jóvenes. El plan, compartido a nivel europeo, se desarrolla en tres ejes estratégicos: digitalización e innovación, transición ecológica e inclusión social; y se divide en dieciséis Componentes, agrupados en seis Misiones:

  • Digitalización, innovación, competitividad, cultura y turismo
  • Revolución verde y transición ecológica
  • Infraestructura para la movilidad sostenible
  • Educación e Investigación
  • Cohesión e inclusión
  • salud

El PNRR italiano está fuertemente orientado hacia la revolución verde y la transición ecológica (31,05% de los recursos RRF) y la transformación digital (21,05% de los recursos RRF). En este último punto, Italia, que se encuentra en el puesto 24 en el Índice de Economía y Sociedad Digital 2020, pretende reaccionar con decisión y estar entre los países que primero alcanzarán los objetivos definidos por la "Brújula Digital" mencionada anteriormente.

La misión 4, fundamental para el crecimiento del país, se refiere a la educación y la investigación (16,13% de los recursos de RFF):

“La Misión 4 tiene como objetivo fortalecer las condiciones para el desarrollo de una economía con alta intensidad de conocimiento, competitividad y resiliencia, a partir del reconocimiento de las criticidades de nuestro sistema de educación, formación e investigación”.

Durante muchos años el campo de la Educación e Investigación se ha visto penalizado por escasas inversiones y / o recortes y ello ha llevado a resaltar una serie de problemas, que además de repercutir en el crecimiento económico, también repercuten negativamente en el mercado laboral, como , por ejemplo, en el caso del desajuste de competencias entre educación y demanda laboral –muchas empresas declaran tener dificultades para encontrar algunos perfiles profesionales y hay evidentes fenómenos de sobrecapacidad y subcapacitación–. Además, hay un bajo porcentaje de adultos con un título de educación superior en comparación con la media europea, la tasa de abandono escolar es alta (alrededor del 14,5% en comparación con el objetivo del 10% establecido por ET2020). Esta situación, al menos en el panorama italiano, también está relacionada con las políticas de austeridad, aplicadas después de la crisis de 2008, destinadas a estabilizar las cuentas y la deuda pública, limitando las acciones de apoyo a la economía, el empleo, la I + D y la formación. Los tomadores de decisiones políticos no se han centrado de manera decisiva en favorecer la presencia de profesiones con alto capital intelectual, innovaciones de producto, procesos y organización, y, sobre todo, la investigación científica y la educación, aspectos considerados fundamentales en el PNRR, a partir de la digitalización, la investigación y la formación. el sistema educativo en su conjunto.

En Italia, el sector de I + D adolece del bajo nivel de gasto, solo el 1,4% del PIB (2018) y el número insuficiente de investigadores públicos y privados, que, en 2017, representaba solo el 2,3% de la media de la UE ocupada del 4,3% (PNRR ). Además, las pymes tienden a no invertir en investigación, ciertamente más cara, prefiriendo orientar sus recursos a las bases científicas y tecnológicas ya definidas. Es necesario resaltar cómo los recortes y la falta de inversiones adecuadas en investigación, particularmente en los últimos diez años, no han favorecido el desarrollo de una estructura dedicada a la investigación en sí, con evidentes repercusiones también en la formación y empleo de figuras profesionales específicas. .

Estos aspectos son un freno importante para la competitividad y el crecimiento económico del país y representan un área de intervención importante para el PNRR. La misión "Educación e investigación" tiene como objetivo intervenir, además de la investigación, en todo el proceso educativo, desde los jardines de infancia hasta las universidades, todo ello encaminado también a una mayor colaboración con las empresas, para alinear la oferta y la demanda del mercado laboral. En particular, será importante desarrollar un diálogo intenso y fructífero entre empresas, escuelas, universidades y el territorio, con miras al empleo, la investigación, el desarrollo y la innovación. Además, será fundamental aprovechar los recursos previstos por la misión 4, para mejorar la ruta de orientación dedicada a los jóvenes, teniendo en cuenta el proceso de transformación digital en curso, como falta de preparación para las profesiones actuales y futuras, en las tecnologías digitales y en el mercado laboral, genera confusión, incertidumbre y posibles errores en las elecciones de los jóvenes, que en consecuencia determinan efectos negativos, tanto a nivel social, en el mercado laboral, como en el crecimiento económico.

Qué futuro para la educación y la investigación: de la transformación digital al PNRR