Rusia, India y China: tres potencias globales en el centro del nuevo orden mundial

por Antonio Adriano Giancane

En el vasto panorama de la geopolítica global, Rusia, India e CinSe presentan como tres de las naciones más influyentes y poderosas por derecho propio, cada una con una historia rica y compleja que ha dado forma a su papel actual en el escenario internacional. Ubicadas en el norte, sur y este de Asia respectivamente, estas tres potencias emergentes se caracterizan por economías de rápido crecimiento, vastos territorios y grandes poblaciones, lo que les confiere importancia estratégica en los sectores geopolítico, económico y cultural.

La relación entre Moscú, Nueva Delhi y Beijing es tan compleja como multifacética y entrelaza elementos de cooperación estratégica, rivalidad y diplomacia pragmática. Un ejemplo emblemático de esta dinámica lo representan las relaciones entre China y la India, dos gigantes asiáticos que, a pesar de ver crecer el crecimiento del comercio -con un presupuesto previsto para 2023 de más de 136 mil millones de dólares-, deben hacer frente a tensiones de larga data. La disputa territorial a lo largo de la frontera del Himalaya, que culminó en enfrentamientos recientes como el del valle de galván En 2020, sigue representando un potencial foco de inestabilidad regional y global.

El meollo de la disputa es "Línea de control real” (Lac), una línea de demarcación trazada después del conflicto chino-indio de 1962. A pesar de los acuerdos de 1993, 1996 y 2013, destinados a evitar la escalada militar, el Lac sigue siendo objeto de controversia, con frecuentes episodios de tensión entre los soldados. de los dos países, a menudo vinculados a obras de infraestructura en zonas en disputa. La situación pone de relieve cómo ambos países buscan establecerse como potencias regionales y globales, a menudo compitiendo, especialmente en el sur de Asia y el Océano Índico.

Sin embargo, a pesar de las tensiones, China y la India mantienen una importante asociación comercial, un delicado equilibrio facilitado por el papel estratégico de Rusia. En los últimos años, Moscú se ha posicionado como mediador entre los dos gigantes asiáticos, utilizando su influencia para promover soluciones diplomáticas y evitar una escalada de hostilidades. Además de este papel diplomático, Rusia se ha consolidado como socio estratégico tanto de Pekín como de Nueva Delhi, proporcionando equipamiento militar avanzado y promoviendo ejercicios conjuntos e intercambios tecnológicos. El suministro de sistemas de misiles S-400 a ambos países es un claro ejemplo de esta cooperación.

Además del ámbito militar, Moscú también colabora estrechamente con China y la India en el sector energético. Con Pekín ha desarrollado importantes proyectos, como el gasoducto Power of Siberia, mientras que con Nueva Delhi la cooperación incluye suministros de petróleo y gas natural licuado, así como proyectos conjuntos en el sector nuclear civil.

A nivel político y económico, China, India y Rusia no sólo se encuentran entre los principales miembros del Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), una organización intergubernamental que promueve la cooperación política, económica y de seguridad, pero también son aliados en el BRICS, una alianza económica formada por Brasil, Rusia, India, China e Sudáfrica que tiene como objetivo promover la cooperación monetaria internacional, facilitar la expansión del comercio mundial, promover la estabilidad y el orden en los tipos de cambio evitando devaluaciones competitivas entre diferentes monedas, dar confianza a los estados miembros poniendo a disposición recursos generales del fondo para abordar las dificultades de pago, todo ello con el objetivo de reducir los desequilibrios económicos con Occidente. Luego, estos tres países desempeñan papeles vitales dentro de estas organizaciones, utilizando su creciente influencia para dar forma a políticas globales y restablecer un nuevo orden mundial.

En resumen, Rusia, China y la India son actores cruciales en la redefinición del equilibrio de poder global. A través de una combinación de cooperación y competencia, estas tres potencias están ayudando a dar forma a un nuevo orden mundial, menos centrado en Occidente y más representativo de la creciente influencia económica y política de las economías emergentes. Su capacidad para sortear la rivalidad y la cooperación será crucial para el futuro de la arquitectura global.

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