“Estoy aquí para servir, no para ser servido”

"Estoy aquí para servir, no para que me sirvan"., Así Carlos III selló su solemne coronación dentro de la Abadía de Westminster. Una frase dictada por los tiempos actuales, donde la monarquía debe ser necesariamente un plato de valor y referencia de la vida inglesa moderna y no al revés porque correría el riesgo de perder inexorablemente su consenso secular. Muchos sectores de la generación más joven no entienden la esencia y la existencia de la Corona Inglesa.

Carlos III estaba llamado a afrontar el rito de la unción, entronización e investidura a los 74 años, con su mujer de 75 años, Camila, a su lado, desde ayer "Su Majestad la Reina".

La ceremonia solemne fue oficiada con los atavíos de la liturgia secular de la Iglesia Nacional de Inglaterra, ante los ojos de 2000 invitados de honor entre los líderes extranjeros -incluido el presidente italiano Sergio Mattarella-, primeras damas, desde la estadounidense Jill Biden hasta la ucraniana Olena Zelenska, cabezas coronadas, dignatarios británicos, personalidades y varias celebridades. Decenas de miles fueron los "simpatizantes" abarrotados bajo una lluvia torrencial, mientras que en todo el mundo millones fueron los espectadores que siguieron en directo por televisión el evento del año.

Las primeras mujeres eclesiásticas debutaron como concelebrantes junto al arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado anglicano. Para corroborar la ceremonia la participación de exponentes de otras denominaciones cristianas se completa con la presencia católica del Cardenal Secretario de Estado, pietro parolin. Pero también representantes del islam, el judaísmo, el budismo, el hinduismo y la religión sij. El desfile militar multiétnico que acompañó a la realeza en la procesión de regreso desde la abadía hasta el Palacio de Buckingham fue muy impresionante.

Se renovaron los símbolos del pasado tras lo cual se llevó a cabo el ritual de juramento de las leyes del Reino, como la doctrina de la Iglesia de Inglaterra y los deberes de "fiel protestante" inspirado en el compromiso de "servir" en el nombre "de Jesucristo, Rey de Reyes". Al término de la unción religiosa de rodillas y sin vestiduras de ningún tipo, detrás de un biombo, con el óleo sacramental, concluyó con el acto de sumisión y lealtad recibido de su hijo mayor Guillermo sellado con un beso ritual en la mejilla del heredero al trono.

La procesión de los dos nuevos miembros de la realeza de regreso al palacio en el antiguo Golden State Carriage, seguida de la tradicional vista desde el balcón para saludar a los súbditos. Para hacer más nacional el evento, la estela con los colores de la Union Jack que dejan los aviones del equipo acrobático Red Arrows de la Royal Air Force.

En el balcón más famoso del mundo, su hijo William, junto a los principitos George, Charlotte y el incontenible Louis, junto a una radiante Kate. El hijo "americano" Harry salió volando inmediatamente después de una presencia limitada al rito religioso y confinada a la tercera fila.

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