Historia de niños deportados a Francia… para no olvidar los horrores del pasado

   

(por María Stefanía Cataleta) “Mis únicos amigos eran los cerdos, así que terminé moviéndome como ellos, a cuatro patas(Jean-Pierre Gosse, La Bête que j'ai été, 2005). Entre 1962 y 1984, 2.015 los niños, con edades comprendidas entre los dos y los doce años, fueron deportados a Francia desde la isla de Reunión. Muchos de estos niños eran huérfanos o pertenecían a familias muy pobres. Por estos motivos fueron acogidos por los servicios sociales y su traslado se enmarcó en una política migratoria específica llevada a cabo por la Oficina de Desarrollo de la Migración en los Departamentos de Ultramar (BUNIDOM).

El objetivo que se perseguía con esta política, organizada, implementada y fuertemente patrocinada por el prefecto Michel Debré, un político gaullista muy influyente y ex Primer Ministro de la patria, era ser repoblar ciertas zonas rurales en territorio francés al mismo tiempo, contrarrestar el incontenible explosión demográfica y la pobreza que aquejaba aIsla reunión.

La situación demográfica y económica de la isla era muy grave. La población de la isla en 1946 era de 225.000, que en 1967 había llegado a 416.000. En el mismo período, el número de nacimientos pasó de 9.000 a más de 16.000. En 1962 la isla contaba con un número de desempleados igual a 50.000 sobre una población de 370.000 habitantes. Cada año se presentaban 2.000 solicitudes de empleo para solo 800 plazas disponibles y el 54% de la población estaba compuesta por personas menores de 20 años. En este contexto socioeconómico la política migratoria de Reunión al Hexágono, con el fin de descongestionar la isla.

El CD "niños de la Creuse”, Llamadas así por una de estas zonas rurales francesas a repoblar, fueron trasladadas a 83 departamentos de Francia. De hecho, sin embargo, estos menores fueron víctimas de secuestro, deportación y de todo tipo de maltrato, cuya reducción en esclavitud e abuso sexual En su mayoría estaban empleados en la agricultura y el pastoreo, pero las duras condiciones de vida y trabajo llevaron a muchos de ellos a la muerte o al suicidio. Sólo bajo la presidencia de François Mitterand este se interrumpió la política migratoria. 

Gracias a los medios de comunicación, numerosos reportajes, memorias y obras de cine y televisión, estas historias se hicieron públicas y denunciadas. Famosos fueron los libros de Jean-Jacques MarcialUne enfance volee (2003) y La Déportation des Réunionnais de la Creuse. Témoignages (2004) de Élise Lemai, así como la serie de televisión de Francisco GirodEl país de los niños perdidos (Francia 3, 2003) o la película posterior L'Enfant de personne de Akim Isker (2021), una historia similar de adopción problemática que ha reavivado el debate.

Estos y otros testimonios, que recordaron Las aventuras de Oliver Twist di Charles Dickens, tuvieron el poder explosivo de revelar la concepción francesa de la infancia, que podía ser sometida a un proceso de adaptación que implicaba también la ruptura de los lazos familiares y con la sociedad de origen. La ideología republicana subyacente era que cada ciudadano francés, en este caso los ciudadanos de la isla de Reunión, podrían ser transferidos a cualquier lugar de Francia sin ninguna dificultad. Por otro lado, la retórica recurrente en el imaginario de los reunidos era que el niño criollo podía ser despojado de todo, incluso de sí mismo por las fuerzas hegemónicas, que aplicaban las viejas prácticas de opresión colonial.

Gracias a las numerosas reconstrucciones literarias, la ex hijos de Creuse han adquirido, en las últimas décadas, el coraje de actuar acciones legales contra el estado francés, solicitando que se declare la responsabilidad, junto con el reconocimiento de la reparación económica. Así, en la década de 2000, el escándalo de los niños de Creuse volvió a estallar con vehemencia tanto en la isla de Reunión como en Francia, con un número notable de testimonios de niños ex deportados, como Jean-Pierre Gosse, autor de La Bête que j'ai été, y con valerie andanson, así como con el nacimiento de una serie de asociaciones dedicadas a estos niños, como la  FEDD (Fédération des Children Déracinés des DROM), Francia Iniciativa Justicia y suiza Fundación Guido Fluri.

Desafortunadamente, muchas demandas fueron rechazadas por los tribunales franceses, por lo que los menores ex-deportados, incluso con la ayuda de abogados como Elisabeth Rabesandratana, que se han adherido a esta causa, se han dirigido a las autoridades políticas. Como resultado, en 2014, laAsamblea Nacional votó un "resolución de memoria”, en el que afirmó que la Francia era moralmente responsable con estos niños deportados.

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