Masacre en Irán el día de la conmemoración de la muerte del general Soleimani. Oscuridad sobre los instigadores

Editorial

Ayer, el ciudad de kermán, en el centro de Irán, fue escenario del peor ataque terrorista en los 40 años de historia de la República Islámica. Durante una visita a la tumba del general Qassem Soleimani En el cuarto aniversario de su muerte (a manos estadounidenses), la multitud de peregrinos quedó impactada por dos explosiones. Los seguidores del general Soleimani eran tan numerosos que la masacre fue impresionante, al menos víctimas 95 y más del doble de heridos. La dinámica precisa de los ataques sigue siendo incierta, fuentes oficiales en Teherán han mencionado varias posibilidades, entre ellas una bomba en una maleta abandonada en la calle del cementerio, un coche aparcado y una segunda explosión agravada por la presencia de bombonas de gas.

A pesar del horror del ataque, ningún grupo se ha atribuido todavía la responsabilidad. Las autoridades iraníes, incluido el presidente Ebrahim Raisi, han prometido identificar y castigar a los responsables, pero hasta ahora no han indicado posibles instigadores. Los medios locales y los aliados yemeníes han vinculado el ataque con la guerra de Gaza, alegando un supuesto intento de Estados Unidos e Israel de desestabilizar a Irán.

El Departamento de Estado de Estados Unidos negó inmediatamente cualquier implicación y destacó que no hay motivos para creer que Israel haya desempeñado un papel en el ataque. Sin embargo, la vía exterior es sólo una de varias hipótesis en circulación. Algunos analistas independientes afirman que ISIS podría estar detrás de los ataques, tal vez con la complicidad de elementos locales del separatismo baluchi. Este pueblo está en conflicto con Pakistán e Irán por la independencia, creando un paralelo con la situación de los kurdos entre Siria y Turquía.

El presidente del Centro de Estudios Internacionales (Cesi), Andrea Margeletti, también apoya la posibilidad de que ISIS esté involucrado, destacando que Soleimani había sido un feroz opositor del grupo terrorista. Margeletti también subraya que las autoridades de Teherán pueden haber puesto en juego al Mossad israelí por motivos políticos, pero considera que esta acusación carece de lógica y credibilidad. Su análisis se basa en el respeto profesional que el Mossad habría tenido hacia Soleimani, evitando un ataque tan poco elegante a su tumba.

En el contexto del ataque emergen también los problemas internos del régimen iraní, que ha reprimido sangrientamente las revueltas internas de un creciente frente de oposición. Ashka Rostami, miembro del Partido Constitucional de Irán, sugiere que las explosiones podrían ser el resultado de una acción interna del régimen, destinada a consolidar el síndrome de cerco de la opinión pública iraní. A pesar de esta hipótesis, se subraya que la idea de una masacre estatal tiene motivaciones políticas y no es muy sostenible sin pruebas concretas.

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