Una apuesta para la escuela: la frontera digital

(por Giovanbattista Trebisacce) "Oportet ut scandala deben ocurrir escándalos desagradables ... ". Es una declaración que estoy usando mucho en este período de una manera provocativa. A primera vista, puede parecer una declaración sin escrúpulos, considerando el momento histórico particular, marcado por los ritmos impuestos por la pandemia. Sin embargo, se necesita un cambio de dirección, que se deriva de la observación del cambio en los hábitos, costumbres y estilos de vida en general que ha ocurrido en los últimos meses. Sin embargo, el retorno a una socialidad más o menos ordinaria no nos hará perder los cambios forzados que han caracterizado nuestros comportamientos recientes. La pandemia nos brinda un nuevo estilo de vida basado, entre otras cosas, en una nueva forma de usar las herramientas tradicionales de telecomunicaciones. El uso de la red en estos meses de aislamiento forzado nos ha permitido, al menos en lo que respecta a la esfera pública, continuar trabajando, promover procesos de aprendizaje a distancia, hacer compras en el hogar, mantener relaciones con nuestros querido, etc. En resumen, aceleró exponencialmente los procesos de digitalización que tardarían años en completarse.

La Escuela, en particular, asumiendo grandes responsabilidades y confiando en la generosa disponibilidad de maestros y gerentes, ha continuado, a pesar de las mil dificultades, su acción educativa y de capacitación al canalizar todos sus recursos en el océano de la red, para regresar, al menos virtualmente, para los estudiantes una vida cotidiana brutalmente interrumpida. El aprendizaje a distancia, a pesar de los problemas críticos que presenta (si se lleva a cabo sin la enseñanza presencial), ha logrado llenar el vacío impuesto por la pandemia, creando una "nueva arquitectura de entornos escolares", rompiendo las barreras físicas insalvables impuestas por el bloqueo, reconfigurando Aulas nuevas en los espacios familiares de las casas. Una nueva enseñanza que, sin embargo, ha logrado, gracias también al momento histórico particular que estamos experimentando, para recrear esa comunicación empática típica de la enseñanza cara a cara, que ha dado un rostro más humano a las plataformas digitales. El intercambio de fragilidades, de habilidades puestas al servicio de otros, ha configurado la red como un espacio de solidaridad para diseñar una nueva visión de comunidad. El proceso iniciado, que necesariamente debe considerarse como un punto de partida y no debe archivarse, ha planteado cuestiones y problemas fundamentales, como la prestación gratuita de servicios digitales para las familias, la inclusión escolar y una formación digital nueva y fundamental de los docentes. . La experiencia adquirida en estos meses debe representar el punto de partida para un nuevo modelo de escuela que integre la operación digital con la actividad en presencia, una operación que ahora se puede posponer, que en cualquier caso sigue siendo una dimensión indispensable de la relación educativa. La política tiene la tarea de reconsiderar la capacitación como una inversión futura para la sociedad, aclarando visiones generalizadas en los últimos años que consideran la educación como un bien de consumo al servicio de los interesados ​​(interesados). El aprendizaje y la capacitación en general deben considerarse necesariamente como valores y recursos de los que depende el bienestar del país.

Giovanbattista Trebisacce - Profesor de Pedagogía General en la Universidad de Catania y miembro de AIDR

Una apuesta para la escuela: la frontera digital