William Lai Ching-te, detestado por Xi, es el nuevo presidente de Taiwán

Editorial

William Lai Ching-te El nuevo presidente de Taiwán, candidato del Partido Democrático Progresista (PPD), con el que China ha interrumpido todo canal de diálogo desde hace al menos ocho años, obtuvo el 40% de los votos. La diferencia con sus oponentes políticos era importante: Hou, del Kuomintang, se quedó con el 33,96%, mientras que Ko, partidario de una tercera vía, obtuvo el 26%.

A pesar de la intimidación de Beijing, que había amenazado a los taiwaneses con “Tomar la decisión correcta para evitar la guerra” y llamó a Lai "destructor de la paz", estos no tuvieron el efecto deseado. La oficina china encargada de los asuntos taiwaneses intentó restar importancia a la victoria de Lai subrayando que no obtuvo ni obtendrá mayoría absoluta en el parlamento, argumentando que "la tendencia hacia la reunificación es inevitable".

Sin embargo, el éxito de Lai tiene algunos aspectos notables que contradicen la narrativa china. Aunque el PPD ya llevaba ocho años en el poder, con dos mandatos consecutivos, Lai logró ascender a la presidencia, rompiendo así una costumbre histórica en la isla.

La noche de su victoria, Lai evitó sentirse abrumado por el entusiasmo de la multitud que celebraba su primer discurso como presidente electo. Es consciente de que su electorado no quiere la reunificación y se identifica como taiwanés. Sin embargo, lanzó un llamamiento a Pekín, proponiendo la sustitución del conflicto por un diálogo basado en la igualdad y la dignidad. Destacó que la paz no tiene precio y que la guerra no tiene vencedores.

Según la visión del nuevo líder taiwanés, al aceptar escuchar las razones de los taiwaneses y reducir la tensión, Xi Jinping tendría la oportunidad de regresar responsablemente al orden internacional. Lai no mencionó la independencia, consciente de que Taiwán ya es soberano de facto, con moneda propia, control del territorio y emisión de pasaportes que permiten a los ciudadanos viajar libremente.

Taiwán ocupa una posición destacada como potencia industrial y estratégica, con una producción significativa de microchips esenciales para la industria tecnológica global. A pesar de la presión de Beijing para que se reconozca como "Una China", la mayoría de los habitantes de Taiwán no tienen ambiciones de ser etiquetados como "chinos" y se consideran exclusivamente "taiwaneses".

William Lai ganó las elecciones con el 40,1% de los votos, sin necesidad de segunda vuelta. El candidato nacionalista Hou Yu-ih quedó en segundo lugar con un 33,5%. La participación electoral fue del 71,8%, frente al 74,9% de 2020, cuando Tsai Ing-wen ganó con el 57%. A pesar de la victoria de Lai, el PPD perdió su mayoría en el parlamento, con 51 escaños frente a los 52 del Kuomintang.

El ex alcalde de Taipei, Ko, tercero con un 24%, se ofreció a contribuir "responsablemente", abriendo la posibilidad de superar el umbral de 57 escaños necesarios para que el PPD mantenga su mayoría parlamentaria. La comunidad internacional, incluido el presidente estadounidense Joe Biden, ha prometido defender a Taiwán, pero también espera que Taipei rinda cuentas.

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