El 25 de septiembre de 1988, la mafia mató a Antonino Saetta, ex presidente del Tribunal de Apelación de Caltanissetta, primer magistrado asesinado en una emboscada en la que también murió su hijo.
En aquellos años de luto y negocios sucios, la rectitud de jueces como Saetta -que se ocupó entre otras cosas del proceso contra los asesinos de su colega Rocco Chinnici- fue esencial para ayudar a frenar la expansión del poder criminal de los clanes. Un papel muy poco apreciado en nuestra dramática historia de lucha contra la mafia.
Hoy, 35 años después de la masacre que mató al juez Saetta, honramos la memoria de un servidor del Estado, recordando sus palabras, plasmadas en las paredes del Tribunal de Caltanissetta:
“Nuestra dignidad nos exige, a veces, afrontar con valentía las situaciones difíciles. Y también nos da todo el coraje que necesitamos en esos casos".
Declaración del Ministro de Justicia, Carlo Nordio, con motivo del 35º aniversario de la masacre en la que fueron asesinados el juez Antonino Saetta y su hijo Stefano cerca de Canicattì, su ciudad de origen.