El Santo Padre recibió esta mañana en audiencia privada a 400 empleados del INPS, en representación de todos los funcionarios tanto del centro como de la zona. Luego de la noticia que en los últimos días ha tenido atemorizado a todo el país, esta ocasión, en el ambiente de las celebraciones de Semana Santa, cobra un significado aún más alto y más fuerte.
Aun sin olvidar el estado laico, la audiencia con Francisco – en el marco del 125 aniversario del INPS – tuvo como objetivo reafirmar el sentido de misión y la razón de ser del Instituto, como dijo el Pontífice en un encuentro anterior (2015): “Nunca olvidar al hombre”.
Los beneficios y servicios que el INPS brinda todos los días no son solo estadísticas sino el reconocimiento de historias y derechos.
Como dijo el presidente Pasquale Tridico"Sentimos una gran responsabilidad ser - de hecho - el canal de acceso a los servicios que acompañan a millones de personas en todas las etapas de la vida 'desde el útero hasta los herederos', pero también en situaciones de emergencia: trabajadores, pensionistas, empresas, familias, estudiantes, discapacitados, desempleados. Más de 42 millones de usuarios, cuyas necesidades y requerimientos deben ser escuchados y cuyo futuro debe protegerse.
El Santo Padre dio la bienvenida a los empleados del Instituto afirmando que “Italia tiene 3 grandes tesoros: los Oratorios, el Voluntariado y precisamente Instituciones como el INPS”.
Precisamente la conciencia de este compromiso, y del hecho de que "La seguridad social está íntimamente ligada al Pacto Generacional, también ante el grave problema del invierno demográfico que amenaza a Italia” llevó al Papa Francisco a lanzar tres sentidas llamadas: “¡Ningún trabajo ilegal! ¡No al abuso del trabajo precario! Sí al trabajo decente.
Al despedirse, el Pontífice pidió a los presentes que lo recordaran en sus oraciones.
Incluso el director general Vicente Caridi quería comentar en este día tan importante"No podemos dejar de sentir el mensaje vibrante del Papa Francisco, junto con un líder religioso y moral de calibre mundial; más aún cuando el ámbito social y la cercanía a los últimos es (en continuidad con los grandes pontificados que han afrontado el desafío de la Modernidad) la piedra angular de este mensaje suyo. El árbol del estado del bienestar se nutre de muchas raíces culturales, entre ellas ciertamente la 'Doctrina Social de la Iglesia'. La suya es una invitación, un acicate que da fuerza a todos los empleados del Instituto - creyentes y no creyentes - que están llamados a renovar el espíritu de servicio con el que desarrollan su compromiso cotidiano.